Por el calor que estaba haciendo, y nuestro amor a ellas, apuntamos directo a las montañas. Así que en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en los Pirineos Catalanes. Ellas… tan bellas 🙂
Durante los días que siguieron conocimos varios pueblos medievales al noreste de España y sur de Francia recorriendo rutas que por momentos dudábamos si dos autos podrían pasar a la vez. Por suerte, al ser en su mayoría de montaña (y alejadas de las costosas autopistas), estaban poco transitadas.
Medievales y acogedores (España)
Que Europa está lleno de pueblitos medievales no es novedad, pero al llegar a Besalú nos llevamos una grata sorpresa. Un pueblito con callecitas peatonales donde sus construcciones muy bien mantenidas (entre ellas el puente) nos dejaban adivinar como podría haber sido la vida en tiempos remotos. Con varios lugares donde comer y tomar algo (cosa que hicimos, claro) y varios caminos que recorrer, Besalú nos dejó encantados… además era el primero!
Seguimos a Castellfollit de la Roca, que según nos contaron estaba al borde de un acantilado de lava solidificada, y según dicen los lugareños, en 50 años parte del pueblo no va a existir. Realidad o artimañas turísticas, no lo sabemos pero una cosa es segura, nosotros visitamos este pueblo antes de que desaparezca (si es que alguna vez sucede).
Mas adelante Beget. Un minúsculo pueblito medieval íntegramente peatonal donde su trazado urbano no es mas que una larga callecita principal con algunas laterales. Muy pintoresco y cuidado con muy poca aunque variada oferta gastronómica. Aquí también aprovechamos para comer algo, claro.
¿Dónde está esa Croissant? (Francia)
Si hay algo que destaca a los franceses, y que nos hace amarlos incondicionalmente, es su amabilidad y cordialidad constante, y su sonrisa desmedida. Ojo, no metamos a todos en la misma bolsa 😉 no todos se merecen nuestros elogios 🙂 pero sí es la impresión general que nos dejan y nos hace siempre querer volver a este amado país con esta increíble cultura y, sobre todo, increíble comida. Aunque debo admitir que, si bien es EL país de las croissants, nos costó encontrar una que se ganara nuestros elogios. La ilusión se vio primeramente afectada cuando pusimos pie en Francia, en Prats-de-Mollo-la-Preste, que igualmente nos pareció un pueblo encantador, con un entorno montañoso muy lindo, y una fortificación con paredes altas y sus características torres de vigilancia.
En Amélie-les-Blains-Palalda caímos casi de casualidad buscando un alojamiento para pasar la noche. Conocimos parte del pueblo de noche.
Céret y su bullicioso mercado peatonal de los sábados nos encandiló, especialmente con el puesto de macarons orgánicos, donde nos desquitamos comiendo 18 macarons casi al hilo 🙂
Castelnou es otro pueblo medieval enteramente peatonal, pero éste particularmente conserva todo su autenticismo medieval y esta enclavado en una colina que lo destaca particularmente del resto. A mis ojos de arquitecta, el más lindo de los que vimos en los Pirineos catalanes.
Les Orgues d’Ille-sur-Têt, formaciones rocosas muy particulares e interesantes de ver.
Llivia es un pedacito de España que está dentro de Francia. Fuimos sólo por curiosidad ya que su ubicación geográfica es bastante particular, y su historia también. Nos llevamos la sorpresa de que resultó ser un lugar lindísimo en medio de los Pirineos.
Ax-les-Thermes, baños termales por doquier.
La Vuelta (España)
Viella, Arties, Salardú, uno mas lindo que otro, pero bueno, al parecer todo es lindo cuando es medieval y está rodeado de montañas.
Terminamos nuestra vuelta en Montserrat, donde hicimos mas escalada que turismo. Subimos la Vía Ferrata La Teresina, que por lo visto fue la primera Vía Ferrata en España. Con un desnivel de 880mt se llega finalmente al punto mas alto del Parque Natural montaña de Montserrat, con vistas panorámicas bastante increíbles.
Así termina nuestra primer etapa de este viaje, preparándonos para lo que sigue, que será probablemente la frutilla del viaje: una semana en barco recorriendo Menorca desde Mallorca, con nuestros amigos Chris y Nati.
Saludos!