Y nos fuimos nomás… aunque no sin contratiempos. Mi bicicleta estaba pinchada, lo que no fue ninguna novedad. La última vez que las usamos (y le hicimos un mantenimiento) fue en Tandil. Hace varios meses atrás. Por lo que tuvimos que cambiar una cámara teóricamente nueva por un repuesto. Digo teóricamente, porque nos encontramos que por más que le dijimos al bicicletero tandilense, que nos cambiara la cámara, decidió emparcharla y cobrarnos por nueva. Que novedad!
Luego de la reparación, preparamos todo para salir y encaramos los 7 km que nos separaban de Puente del Inca. Por más que era un mini trip de menos de 1 hora 🚲, se extendió por bastante más.
Nuestra primer parada fue en una estación de tren abandonada. O más bien, en desuso como estación de tren, porque se ve que la habían reacondicionado como vivienda y corral para mulas aparentemente. Después nos enteramos que uno de los atractivos de la región que mas mueve el turismo, es justamente el Aconcagua. A raíz de los diversos ascensos, existe todo un mercado de alquiler de mulas que deben estar asentados en algún lugar. Bueno, este es uno de esos lugares, aunque actualmente estaba despoblado, quizás por el Coronavirus, o quizás porque el turismo en la región esta vedado.
Recorrimos esta vieja construcción que en otras épocas solía ser una estación 🚂 y volvimos cruzando un puente de dudosa construcción, aunque de resistencia suficiente para aguantar nuestro peso.
Seguimos pedaleando y más adelante, decidimos parar a descansar y comer algo. Una dieta “balanceada” de galletitas de agua con mayonesa, hicieron de almuerzo, junto a unas pastafrolas de postre.
Unos pocos kilómetros más adelante, llegamos a Puente del Inca. Otro de los atractivos turísticos de la región, hoy, prácticamente deshabitado. Donde tuvimos la oportunidad de hacer algunas tomas aéreas, aunque con algo de desconfianza por no saber si existía alguna prohibición al respecto.
Esperamos a que algún guardaparque 🌲 se acercara ya que tampoco vimos ningún cartel. Pero al no encontrar nada que negase el vuelo, emprendimos nuestras tomas aéreas con algo de recelo también por el relieve complejo que formaba algunas corrientes de viento 🌬 traicioneras. Pero todo salió bien. Conseguimos nuestras tomas y seguimos camino.
Minutos después, nos encontramos con Bruno, un amigo que se dedica a producciones audiovisuales, que conocimos año atrás en el refugio Frey, y a quién le vinimos a pedir justamente imágenes de aquel momento.
Luego de un rato de intercambiar historias y ponernos al corriente, emprendimos la vuelta con viento y pendiente a favor 💪. Llegamos a Penitentes, en media hora como mucho y a pocos minutos de llegar, ya estábamos comiendo algo caliente para levantar un poco la temperatura del día.
Fue un día de excursión corto, pero entretenido y nosotros volvimos felices de tener contacto con el día de sol que nos acompañó hasta el atardecer y que veníamos un poco. 😁